EL CORTO, LA NUEVA APUESTA CULTURAL DE FUNESPAÑA
Apoya el Festival Visualízame, Audiovisual & Mujer
como instrumento cinematográfico para la reflexión sobre la muerte y el duelo
Desde la primera edición de VisualízaMe,
Festival Audiovisual & Mujer, organizado por la fundación Inquietarte, un
buen número de realizadoras españolas ha demostrado su interés por contar
historias cuyos argumentos se centren en la muerte, las distintas formas de
encararla y las diferentes maneras con las que el ser humano se enfrenta al
duelo. El número de trabajos presentados al festival centrados en este asunto
ha ido incrementándose en cada una de las ediciones. Y ha sido precisamente
este aumento lo que ha llevado a Funespaña a sumarse como empresa colaboradora con
el festival y a instaurar el Premio Especial Funespaña, dotado con 500 euros.
al cortometraje que mejor trate el tema de la muerte y el duelo
En esta III edición de VisualízaMe, Festival
Audiovisual & Mujer , hemos sabido de secretos que, con la muerte de sus
protagonistas, se revelan ya sin el poder de defenestrar ni herir, de la
urgencia de vivir ante la proximidad del final de la vida, de muertes que abren
los ojos de los vivos, que les muestran el camino, de muertos que no se van, de
muertos que se creen vivos, de suicidios por aburrimiento, suicidios por miedo,
de bailes con la muerte, de la muerte como parte del ciclo vital y hasta de la
muerte escondida, callada y oculta al propio fallecido en los trabajos de diez
realizadoras y dos realizadores, doce miradas diferentes a ese último acto.
Los secretos que se desvelan tras la muerte centran
dos historias, Alianza (Camila Mantovani, 2012), y Papá ya se ha ido
(Sonia Sebastián, 2012). En ambos cortometrajes, la muerte de un hombre
desencadena la aclaración de cierta parte oculta en su vida. En los dos casos,
las madres, sabedoras y consentidoras, son quienes desvelan los secretos a las
hijas, quienes, a su vez, en ese preciso momento se enfrentan a un decisión de
peso en sus vidas. Los paralelismos entre ambos cortometrajes acaban ahí, ya
que sendas realizadoras enfilan el argumento desde dos registros bien
distintos, el drama en el primero y la comedia en el segundo.
El día del entierro de su padre, Maribel (Carla Pérez)
encuentra en la casa familiar una Alianza escondida, cuya salida a la
luz desvelará la verdadera relación que mantenían sus padres a consecuencia de
la doble vida de él con otra mujer. Tras conocer esa nueva cara de la
convivencia, la joven debe decidir si se casa con su compañero o no. Otra
protagonista, Marina (Celia Freijeiro), cuyo Papá ya se ha ido, y otra
decisión, ser o no ser madre. Historia basada en un relato de Elvira Lindo, en
la que el secreto a voces de la homosexualidad del padre es desvelado por su
viuda (Eulalia Ramón), quien decide explicar dicha identidad sexual
argumentando que, en realidad, el finado era un extraterrestre y que su muerte
no es sino una vuelta a su planeta.
La muerte como punto de partida
Cuando nos sorprende la muerte a los 80 años
llevándose a la única amiga que nos queda viva, solo hay dos opciones, sentarse
a esperar que tras acompañar a tu amiga en el último viaje, la parca vuelva a
recogernos, o disfrutar los días que disten hasta que la última partida sea la
nuestra. Juliana (Jana Herreros, 2013) nos permite conocer a una
octogenaria que tiene claro, desde el momento en el que termina el funeral de
su amiga, que quiere seguir viviendo en su casa y abrirse a las posibilidades
que aún le resten a enterrarse en vida en la residencia de ancianos en la que
sus hijas se plantean ingresarla. La muerte de un ser querido, su recuerdo,
también ayuda a ver claro el camino a seguir no solo a las personas que viven
su edad dorada, Marie (Naira Gómez), es la protagonista de La vida en sus
manos (Mercedes Afonso, 2012), recordar a su madre muerta y el tipo de vida
que escogió, la ayuda a tomar la decisión de actuar, de escoger mejorar la
suya, en lugar de conformarse con vivir la vida que no ha elegido y que no la
hace feliz.
El humor es el registro en el que se nos cuenta la
historia de unos fantasmas que se ausentan de la casa a la que dotan de
alcurnia con su presencia y de otros fantasmas, indocumentados estos, que, pese
a no tener “papeles”, se arriesgan a buscar los trabajos que otros espectros de
primera abandonan. En la coproducción Presence Required (María Gordillo,
2012), se nos cuenta cómo la imposibilidad de encontrar sustituto al fantasma
familiar lleva a uno de los miembros de una pareja de Brooklyn (Tom Bartos) a
suicidarse para erigirse como sustituto.
El desconocimiento de cómo pueden ser esos últimos
instantes y la necesidad del ser humano de creer que la finitud de su
existencia cuenta con una prolongación desconocida pero certera es lo que ha
llevado a numerosos cineastas a plantearse cómo se produce la muerte, cómo se
lleva a cabo ese tránsito del estado de la viva a ese otro, tan cercano como
desconocido. Eso es lo que se nos plantea en Tránsito (Macarena Astorga,
2013), Pablo (Daniel Grao) es un joven que se dirige en coche a una reunión de
trabajo mientras habla por teléfono, en algún momento se equivoca de camino, en
algún momento se para el motor del coche y con éste su vida sin que él llegue a
ser consciente. Abstraído de la realidad, se quedará atrapado en la zona de
tránsito aferrado a esa última llamada y negándose a aceptar su irremediable
final.
Suicidios
Suicidios por aburrimiento, tristeza y desidia, en
definitiva por impotencia ante unas circunstancias vistas como insuperables son
las historias que se nos cuentan en Suicidio de un ama de casa (Mónica
Negueruela, 2013) y Victorita, Victorita (Nacha Cuevas, 2013). En el
primero de los casos, dos amas de de casa, Ana (Marisol Membrillo) y Rebeca
(Laura Domínguez), aburridas de sus vidas, encuentran aliciente en la
excitación que les supone burlar a la muerte hasta que ésta les sale al
encuentro. En el segundo, basado en la novela El día que fuimos héroes
de Francisco Rodríguez Tejedor (Alhulia, 2011), un escritor (Imanol Arias),
amargado tras haber sido abandonado por su esposa, Victorita, decide quitarse
la vida una vez finalizado el relato en el que narra su historia de amor.
No han faltado miradas amables ante la irremediable
resolución de la vida, las encontramos en Chan Chan (Pilar Palomero,
2012), cortometraje en el que un viudo (Txema Blasco) se despide de su
compañera de andanzas y danzas, abrazando su recuerdo con los compases de un
último baile, y en O’Xigante (Luis Da Matta y Julio Vanzel, 2012), una
cinta de animación para colorear el ciclo vital ilustrado en la historia de un
padre y su hija.
Premio especial Funespaña
El cortometraje ganador de la primera convocatoria del
Premio especial Funespaña al cortometraje que mejor trate el tema de la muerte
y el duelo ha sido Ojos que no ven (Natalia Mateo, 2012), la historia de
una nochebuena particular. La hermana mayor de una familia de tres, (Ana
Wagener, Raquel Pérez y Esther Ortega) reúne en su casa al clan como cada año,
en torno a la abuela (Asunción Balaguer) ciega. El padre y abuelo, ingresado en
una residencia, fallece horas antes de la cena y las hijas deciden no decírselo
a la abuela para no amargarle la que podría ser su última nochebuena con la
familia, al igual que también le esconden los problemas y avatares que padecen
cada una de sus hijas en sus respectivas familias. La particular manera
de afrontar los problemas ignorándolos, tan arraigada en algunos estratos de la
cultura popular española y descrita a la perfección en el refrán del que toma
título la cinta “Ojos que no ven, corazón que no siente”, queda fiel e
irónicamente reflejada en este finísima tragicomedia.
(Publicadio en revista Adiós, nº 102, septiembre 2013)